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30 de diciembre de 2019

¡NADA QUE PERDER!

UN ENCUENTRO CON MÍ PROPÓSITO:


¡NADA QUE PERDER!




Mejor morir en la batalla, que muerto de hambre.











           El Apóstol Pablo dijo: “Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno.” Romanos 12:3, nadie piense que es el mejor, en otras palabras. Cuando encontramos nuestro propósito divino, es decir, el sueño de Dios para nuestras vidas, deberíamos poner toda la carne en el asador. Pero algunos, nos quedamos ensimismados contemplándonos, así que, tenemos que despertar y comenzar a actuar conforme a todo lo que Dios nos ha dado. Porque igualmente el tiempo pasa y si no aprovechamos las oportunidades, estás se marcharán y no alcanzaremos nuestras metas.  







“Y había cuatro leprosos a la entrada de la puerta, y se dijeron el uno al otro: ¿Por qué estamos aquí sentados esperando la muerte? Si decimos: «Vamos a entrar en la ciudad», como el hambre está en la ciudad, moriremos allí; y si nos sentamos aquí, también moriremos. Ahora pues, vayamos y pasemos al campamento de los arameos. Si nos perdonan la vida, viviremos; y si nos matan, pues moriremos.”
2 Reyes 7:3-4 LBLA.





Algo que nunca me deja de sorprender de Dios es su soberanía. Y lo que me gusta es, ver cuando nosotros tenemos todo un plan montado y estructurado, viene Dios y dice: primero mi soberanía. ¿Quién consideraría a 4 leprosos, portadores de las buenas nuevas? Si continuamos leyendo el pasaje de Reyes, encontraremos que estos leprosos, dicen exactamente esta frase: “Entonces se dijeron el uno al otro: No estamos haciendo bien. Hoy es día de buenas nuevas, pero nosotros estamos callados; si esperamos hasta la luz de la mañana, nos vendrá castigo. Vamos pues, ahora, y entremos a dar la noticia a la casa del rey.” 2 Reyes 7:9. No debemos de creer que el título que tenemos nos hace superiores y viceversa, el  no tener un título, nos descalifica, para anunciar las buenas nuevas de salvación. No tenemos nada que perder. Tenemos todo por ganar, porque definitivamente es mucho mejor, morir en el campo de la batalla, con los honores que ello significa, que morir famélico, arrinconado y desnutrido, por simplemente no querer salir de nuestra zona de confort y enfrentar nuestra realidad.

Ni tú, ni yo, somos unos leprosos. Tú y yo somos hijos del Dios altísimo, comprados por la sangre de Cristo, para anunciar las buenas nuevas…salgamos corriendo a anunciarlo al mundo.  

Déjame conocer tu testimonio: 

¡NADA QUE PERDER!

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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti.




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