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15 de octubre de 2019

¡VIVIENDO LA SANTIDAD!

¡VIVIENDO LA SANTIDAD!


Ser moralista me agota, vivir  por la santidad me vivifica.










En español tenemos muchas palabras con un significado muy parecido. Una de ellas es Santo. Solemos tener cierta confusión al tratar de esgrimir todo de ella, pues su ambigüedad nos ha llevado a tener confusión al tratar de aplicarla. 

La palabra santidad, una derivada de la palabra Santo, no podemos definirla como estar apartados del mundo. ¡Definitivamente no! Sino que estamos apartados para Dios. En otras palabras, vivimos conforme Dios nos manda, obedeciéndole en todo, por eso estamos viviendo en santidad.

Cuando el adversario advierte que estamos caminando con Cristo, suele tener unos métodos muy definidos para hacer caer, créanme siempre son los mismos, no es nada original. Por ejemplo, te frena para que no llegues a las metas, o te acelera para que te pases de frenada. En este caso, procede a generar en ti un legalismo y una religiosidad tan severa, que parece que seas tú quién le das los consejos a Dios.







Pero vivir la santidad tiene que ver con alcanzar las metas de Dios para tú vida. Dejando atrás lo viejo, lo pasado, todo dolor y rencor, avanzando a la meta final:

“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”
Filipenses 3:7-14 RVR1960

El Apóstol Pablo, ciertamente una persona que supo lo que fue vivir en santidad, nos dejó muchos escritos, entre ellos, el evangelio de Lucas, Hechos de los Apóstoles con el Espíritu Santo y las diferentes cartas apostólicas del Nuevo Testamento. Tenemos que reconocer que anteriormente el Rabino Pablo de Tarso, toda su vida fue un legalista religioso, cambió su mente natural por la mente de Cristo, por eso comprendió que una vida moralista agota, poniendo todo en su propio juicio, exigiéndose a sí mismo, proyectando esta exigencia a los demás, siendo un crítico despiadado, perfeccionista. Hasta que permitió que Cristo tratara personalmente con él, convirtiéndose en quién llegó a ser.

Él comprendió que ser Santo es la consecuencia de tener una mente santificada por la Palabra de Dios. Sabía que, rendir sus emociones y deseos a Dios, era necesario  para poder disfrutar de la santidad y esto es algo que no agota, sino todo lo contrario, le daba nuevas fuerzas para continuar el camino.

Este estilo de vida de Pablo, la cual aprendió de Cristo, siendo un fiel reflejo de él, nos sirve para contagiarnos y desear hacer lo mismo. Estando apartados para un propósito. Viviendo el propósito como un estilo de vida santificada. 

El estilo de vida santificada, fuera de la religiosidad y legalismo, es hacer la Voluntad de Dios.








A propósito, me gustaría  contactar con la comunidad cristiana de Irlanda (cerca de 100 personas) que a diario leen este devocional, visitarlos, tomarnos un café y trabajar con Ustedes, seguiré enviando este mensaje para obtener respuesta vuestra.

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En esta enseñanza,  hablaré acerca  de mi identidad como hijo de Dios. Sí quieres otros artículos completos, entra en la web y lee los estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:

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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti









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