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31 de mayo de 2019

ESTAMOS COMPROMETIDOS CON LO QUE CONFESAMOS






ESTAMOS COMPROMETIDOS CON LO QUE CONFESAMOS.

Por más que pretenda callar, las piedras  hablarían.



La institución matrimonial  es tan antigua y cuenta con todo el respaldo de parte de  Dios entre un hombre y una mujer, así es el diseño original de Dios, pero la ceremonia eclesiástica en realidad es un acto “Moderno” donde nos hemos adaptado y acostumbrado a ella, haciéndola  parte de nuestra cultura, pero al analizar y estudiar las escrituras, observamos que realmente lo que Dios respaldaba era el compromiso y confesión de amor por parte de ambos, por eso el voto matrimonial es una confesión que crea compromiso pero la ausencia de ese compromiso, es un problema y eso enfrenta actualmente a las parejas:

“porque había preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado había respondido: Éste es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió. Entonces el criado contó a Isaac todo lo que había hecho. Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló Isaac después de la muerte de su madre.”
Génesis 24:65-67 RVR1960

Isaac se comprometió a amar a Rebeca y por eso la hizo su mujer y así él asumió su rol sacerdotal, después de entender que el proceso de esterilidad de su madre, él no lo deseaba para su amor, clamó a Dios y ella quedó embarazada:

“Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer.”
Génesis 25:21 RVR1960

De la misma manera y esto tengo que decirlo con mucho cuidado, pero a pesar que Jacob y sus cuatro mujeres, tenemos que analizar y ver entre líneas que Dios respaldó  la primogenitura en aquel que no le correspondía, al permitir en José el hijo de Raquel a quien Jacob amó, fuera quién se llevará la bendición de la primogenitura.


Pues Dios respalda aquello con lo que estamos comprometidos, con aquello que confesamos y amamos.

Ahora siendo un poco más cercano y realista, pensemos en una joven soltera  y queda embarazada, ella cree que tiene que casarse por su estado de gestación  o por una inseguridad económica tratando de buscar su bienestar y la de su hijo; sumado a todo esto, ella puede estar delante de  cualquier otro tipo de presión, y aquí es donde entra la duda,  realmente ¿Este  esposo ha sido dado por Dios? Pero también puede  pensar y   analizar ¿Este esposo   ha sido dado  por las circunstancias?.


Cuando llegan a nosotros los pensamientos y hacen nido  nuestra mente, empezamos a pensar en las relaciones anteriores, o noviazgos  anteriores y empezamos hacer conjeturas:  ¿Cómo habría sido mi vida si hoy estuviera  con otra pareja?

Estas y otras preguntas,  hacen que el cuerpo de las relaciones matrimoniales se descompongan,  no hay unión,  no hay fortalecimiento, por lo tanto  no hay un camino común. 

Por eso,  cada uno de los esposos necesitan comprender lo sagrado que es la unión matrimonial,  pues es la más alta prioridad de Dios para las todas parejas, el hombre necesita confesar: “Ella es la persona que Dios me ha dado”, y  la mujer necesita confesar: “Él es el hombre que Dios me ha dado”. Tal confesión,  es crucial,  tal confesión es muy importante. Porque estamos comprometidos con lo que confesamos y amamos.

Por eso debemos de asimilar que ser sacerdote de  Dios  es ministrar, predicar, amar, respaldar, ayudar, comprometerse, luchar las batallas tanto las individuales como  las de pareja. El ser humano  nunca deja  ministrar y esa es su vida, ministrar es amar y servir a nuestra pareja, tal como Cristo lo hizo por la Iglesia:

“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.”
Efesios 5:25-27 RVR1960



Dios hizo al ser humano  para que fuera un líder y un administrador,  por lo tanto el síndrome o estilo de vida  que se vive actualmente es totalmente contrario a lo que Dios pensó,  tanto los hombres como las mujeres comercian entre sus parejas  y sus negocios o el trabajo,  pero el criterio de Dios es que ambos tienen que  administrar  el matrimonio, dejemos las comercializaciones  para las tiendas y negocios. ¿aún consideraras la negociación como un estilo matrimonial? ¿Qué pasaría si dejamos de negociar y nos ponemos a ministrar a nuestras parejas?

Los hombres no poseen nada, son solo administradores, cuando no tenemos claro ese pensamiento,  cometemos un error,  el pensar que somos los dueños y ese pensamiento,  nos hace actuar en forma independiente de Dios. Por lo tanto nosotros no poseemos el amor de nuestras esposas,  solo somos administradores de ese amor ya que es un don de Dios para nosotros. Igualmente tu mujer no eres la dueña del amor de tu marido, él es un don que Dios te dio para tú bendición:

“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.”
1 Pedro 4:10 RVR1960


Si no quieres enfrentarte a 25 años de matrimonio lleno de monotonía, donde   se  han olvidado a  cómo se  ama  o comunicarse y posiblemente tener que enfrentarte una separación,  comienza a vivir una luna de miel por lo menos cada seis meses,  máximo cada año, escojan un fin de semana y estén solos en un hotel como pareja, puede ser ahí mismo en tu ciudad,  deje los niños con los abuelos y disfruten de un tiempo especial juntos.

Como pareja Ani y yo contamos con una gran ventaja y es la edad de nuestros hijos, pues no son unos niños que dependan de nosotros, nuestra hija mayor ya está viviendo independientemente y los otros dos hijos tienen 17 y 15 años respectivamente, pero aun cuando hemos salido de vacaciones, procuramos tener tiempo para disfrutar como pareja y cuando hemos podido nos apartamos para revivir aquello a lo que nos comprometimos y por lo cual aún sabemos que nos amamos.

Ministra no solo vida  sino también su vida y la vida matrimonial. Desarrolla tu intimidad. Tienes que confesar y decirle “Eres exclusivo para mí”, ministra seguridad. Esto es amar, llévale afuera y demuéstrale tu atención indivisa y exclusiva. Enamorándose  de nuevo.

¿Estás dando todo por mantener tu matrimonio al estilo que Dios quiere?
¿Estás riendo fiel a las promesas que confesaste?
¿Cuáles son las acciones que están dañado tu relación matrimonial? 

En esta enseñanza hablaré de la hombría como un estado sacerdotal en desuso que tenemos que recuperar tanto los hombres como las mujeres sabiendo que estamos comprometidos con aquello que confesamos y amamos. Sí te gusto este escrito y quieres leerlo completo, entra en la web y lee otros estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:

ESTAMOS COMPROMETIDOS CON LO QUE CONFESAMOS


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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti.


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