9 de mayo de 2019

TESTIGOS…¿PERO, DE QUÉ?







TESTIGOS...¿PERO, DE QUÉ?






Todos de alguna manera o de otra hemos tenido la oportunidad de escuchar la historia de Pompeya y el Volcán Vesuvius. Como siempre Hollywood utilizó esta tragedia para hacer una película, de allí fue donde yo conocí de este volcán y todos los estragos que hizo.

Sobre el año ochenta después de Cristo, entró en erupción el volcán Vesuvius y se llevó consigo varias poblaciones donde las  más famosas fueron las ciudades de Pompeya,  Herculano y Estabia, todas ellas están ubicadas al sur de Italia, entonces comprendemos por los hallazgos arquitectónicos, arqueológicos y antropológicos  que realmente las historias que se narran acerca de ellos, fueron reales.

Dentro de estos descubrimientos se han encontrado en las ciudades de Pompeya y Herculano que las personas de ambas poblaciones murieron de maneras diferentes aunque el autor por así decirlo fue el mismo volcán, en Pompeya se encuentra los restos humanos de personas cubiertas totalmente por una gruesa capa de cenizas, y en Herculano solo se descubrieron los huesos pero todos los cráneos presentaban un estallido que les produjo la muerte a las víctimas, pero ¿Cómo se logró descubrir y entender lo que allí ocurrió?.

Por aquel entonces un joven llamado Plinio vivía muy cerca de allí y fue “testigo de todo lo ocurrido”. Este aristócrata de la época estaba junto a su tío Plinio el Viejo y contempló la muerte de su mentor a causa del terremoto, por lo tanto le escribió una carta a Tácito donde le narró con lujo de detalles todo lo acontecido con la ciudad y la tragedia que produjo. Hoy casi dos mil años después llegamos a considerar estas cartas como pruebas fehacientes de lo vivido.

Todos los que somos cristianos hemos creído que la Biblia,  el libro del Amor de Dios hacia los hombres y podemos leer en los Evangelios los hechos de Jesucristo y los damos por sentados, pero si quisiéramos indagar más acerca de sus hechos, tenemos los datos recopilados por los Romanos y los diferentes historiadores de la época que narran como Jesucristo llegó a trastocar la paz del Imperio. 

De igual modo que Plinio fue testigo presencial del desastre del Vesuvius, Jesucristo nos anima a ser sus cartas leídas, siendo testigos de todo lo que vivió y sufrió al entregarse por cada uno de nosotros, para que salgamos por todo el mundo diciendo que esto es totalmente cierto y que nosotros somos testigos de su Resurrección y vida en gloria:

“Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”.
Hechos 1:8 NVI

La clave para ser testigos de Jesucristo y todos sus actos es estar guiados e instruidos por el Espíritu Santo, porque ¿Realmente estuviste allí hace dos mil años, presenciando la muerte del Maestro?
¿Fuiste el Domingo a primera hora con las Marías a hablar con los ángeles que anunciaron su Resurrección?

No, definitivamente es un no rotundo, pero aquel quién si estuvo allí, no solo como testigo sino también como autor material, el Espíritu Santo, él mismo te dará convencimiento que todos estos hechos fueron reales:

“Pero, cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá solo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir.”
Juan 16:13 NVI


Por eso igual que hoy se puede utilizar las cartas de Plinio, para demostrar los hechos de Pompeya, así debe de ser nuestra vida delante de todas las personas que conocemos para que digan y comenten las cartas leías que somos:

“Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.”
2 Corintios 3:2-3 RVR1960




Hace poco escribí un estudio llamado: “¿Ovejas o borregos?”, puedes leerlo en: https://www.agopla.com/2019/04/ovejas-o-borregos.html, con base a este estudio estuve enseñando acerca de como tenemos que ministrar a los jóvenes de hoy actualmente, pues la iglesia actual no responde al secretísimo de la enseñanza de parte de un pastor tradicional, pues estamos en una era de la información y de las nuevas tecnologías, tienes que documentar bien todo lo que vas a decir, si tú quieres predicar un hecho científico, tranquilo al finalizar el culto, los jóvenes se te acercarán y te corregirán lo que dijiste mal, pero ante hechos de revelación, cuando te gastas horas leyendo y consultando a Dios y él te responde por medio de Su Santo Espíritu, entonces hay no tienen nada que refutarte, porque aquel gran testigo de los padecimientos, sufrimientos, entrega y sacrificio, también como quién le acompañó a los infiernos para arrebatar las actas al adversario de tú vida, te instruirá y te enseñará para que con argumentos de precedentes bíblicos dejes sin autoridad aquel quién te está acusando.

Entonces, ¿Testigos de qué? De todas las obras, hechos, sacrificio, muerte y resurrección de nuestro amado Jesucristo.
¿Eres un fiel testigo de él?

Recuerda que al asegurar un falso testimonio, penalmente está condenado como un hecho de “Perjurio” y esté  acto da cárcel. Sí a nivel humano es totalmente condenable, ¿Qué podremos decir a nivel espiritual, asegurar algo de lo cual no somos testigos?

Por último, analicemos y reflexionemos acerca del Apóstol Pablo, quién en un principio estuvo de parte de la casta religiosas que condenó a Jesucristo pero se atrevió a escribir:

“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.”
1 Corintios 15:3-8 RVR1960

Por eso estaba tan seguro el Apóstol Pablo de asegurar todo lo que habló y escribió, pues Jesucristo y el Espíritu Santo, le instruyó en todo. Y tú ¿Eres un fiel testigo utilizado por el Espíritu Santo?

En esta enseñanza, trataré mostrar que somos testigos fieles de Cristo por medio de su Espíritu Santo.
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Dios traiga revelación   a tú vida de la Mentalidad de Cristo que ya está en ti.

    


  

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