16 de mayo de 2019

¡PESCANDO ORO!





¡PESCANDO ORO!






Como me gusta hablar de Jesucristo, cada hecho o cada historia que tenemos escrita de él, en mí despiertan nuevamente la creatividad, la cual en otro momento fue castrada por el sistema de este siglo, así que puedo llegar a ilusionarme al recrear muchas posibles anécdotas que le ocurrieron con un lenguaje actual y llevándolas a mí mundo de fantasías, reviviendo el escritor que llevo por dentro. Pero dentro de las historias de Jesucristo las que más me gustan son las ocurridas por él y Simón. Con todo respeto delante de Pedro porque sé que lo encontraré en el cielo, pero este hombre con el oficio de pescador, fue rechazados por Rabinos y religiosos del momento en sus deseos de estudiar e interpretar las escritura, quizás fue un exitoso emprendedor, estuvo casado y posiblemente uno de sus hijos (Juan - Marcos) tampoco daría aparentemente la talla, Simón fue un hombre imprudente y al parecer insensato en algunas ocasiones, pero este Simón realmente es un personaje que me ayuda a identificarme en la vida, por casi las mismas experiencias vividas. Es más, en muchas ocasiones he manifestado que yo también he caminado sobre  las aguas tal como lo hizo Simón. Pero este tipo de carácter lo llevó a vivir cosas únicas con su Maestro y ostenta el Culmen de la revelación, al declarar que Jesús es el Hijo del Dios Altísimo, el Cristo que estaban esperando.

Aprender afinar el oído a lo que Dios te quiere decir cuesta mucho en algunas ocasiones, por lo menos ese fue mí caso, como cuando me hizo el llamamiento publico, Dios me dijo: “Prepárate, multitudes de jóvenes te entregaré, por las naciones te enviaré”, pues yo inmediatamente me “Tire al agua” tal como lo hizo Simón, no había acabado de anunciar la palabra Dios por medio del Pastor y, yo ya tenía la suscripción a dos seminarios, listos los trajes junto con las corbatas y desde luego ya tenía listo el micrófono para ir a predicar a las naciones…ja, ja, ja. Por eso me veo reflejado en muchas ocasiones con Pedro.

La siguiente historia de Jesucristo y Simón, yo me la creí literalmente y así mismo la he vivido: en cierta ocasión y como para variar los religiosos buscaban la caída de Jesucristo, para tener un serio motivo para acusarle y así podían llevarle a juicio y condenarlo a muerte por injurias y blasfemias que estaban penadas con la muerte, pero para variar Jesucristo que entendía sus corazones y maquinaciones les rebatía y contra venia todos sus argumentos, por eso ellos le ponían diferentes trampas, le discutían en diferentes momentos y en problemas que eran llevados a la luz de las escrituras para supuestamente escucharle decir algo en contra de la Ley (La palabra escrita del momento es decir, la Torah). Los fariseos quienes eran Doctores de la Palabra, habían hecho y confeccionado una serie de ordenanzas y estatutos casi imposibles de cumplir, así tirando por la borda la gracia, misericordia, amor y verdad de Dios, para que estuviera sujeta a lo que ellos dictaran; Jesucristo en varias ocasiones fue al templo a orar y predicar, pero estos tenían un tributo u ofrenda supuestamente voluntaria (pero de la voluntad nada, pues estaba regido con severas ordenes) para el mantenimiento del mismo, del cual debía de pagar Judas Iscariote, pues él tenía la bolsa del dinero del ministerio  pero él no lo  pagó, por eso los alguaciles del templo se le acercan a cobrar a Jesucristo estos impuestos:

“Cuando llegaron a Capernaúm, los cobradores del impuesto del templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: —¿Tu maestro no paga el impuesto del templo? —Sí, lo paga —contestó Pedro. Luego entró en la casa, pero antes de tener oportunidad de hablar, Jesús le preguntó: —¿Qué te parece, Pedro? Los reyes, ¿cobran impuestos a su propia gente o a la gente que han conquistado? —Se los cobran a los que han conquistado —contestó Pedro. —Muy bien —dijo Jesús—, entonces, ¡los ciudadanos quedan exentos! Sin embargo, no queremos que se ofendan, así que desciende al lago y echa el anzuelo. Abre la boca del primer pez que saques y allí encontrarás una gran moneda de plata. Tómala y paga mi impuesto y el tuyo.”
Mateo 17:24-27 NTV

Dios nunca nos va a pedir que hagamos algo de lo cual no estemos  capacitados para hacer, y sí llegamos a necesitar capacitación él  nos la dará por medio de su Espíritu Santo:

“Es Dios quien nos capacita, junto con ustedes, para estar firmes por Cristo. Él nos comisionó”
2 Corintios 1:21 NTV

A mí no me gusta trabajar en las alturas, encima de un andamio o escalar una montaña, no tengo miedo, solo no me gusta y sí puedo evitarlo, siempre lo haré, por eso Dios nunca me ha pedido que suba al Everest a predicar allí, de la misma forma que no mando a un oficinista como Mateo a pescar, porque él no sabia ni siquiera como agarrar una caña de pescar, mucho menos tenía la paciencia para hacerlo. ¿A quién envió Jesucristo a pescar? Exacto, aquel quién durante toda su vida lo hizo, envió al pescador, a Simón, pero ¿Por qué no envió a Andrés, Santiago o Juan quienes también eran pescadores? Y, es que para poder creerle a Dios cuando te habla, tienes que haber pasado algunas experiencias personales donde él te ha mostrado su poder y creerle sin dudar en ningún momento, o quizás ¿Si?.


Me gusta mucho la idea de poder reflexionar y por eso hago preguntas, para desarrollar en ti el cuestionamiento para convencimiento, qué lo que lees es verdad y puede llegar a tocar tú corazón:

¿Te imaginas lo qué le pasó por la cabeza a Simón en ese momento?
¿Qué harías tú si Dios te pide que tomes tú auto y te acerques a la casa de Don Pepito y en su puerta hay una bolsa con mucho dinero para solo pagar los  impuesto ya dispuesta?

Y así se me ocurren miles de relatos que se le pasaron a Simón, desde aquel momento que sin decir nada, dejo la reunión donde estaban, y reflexionando pensó: ¿Quién le dijo a Jesús la conversación con los alguaciles? Pero ¿Por qué no le reclamó el dinero a Judas para pagar y evidenciarlo que estaba robando? ¿Por qué no mandó a cualquiera de los otros tres que estaban allí sentados que yo quería también cenar? Pero definitivamente, Dios sabe a quién le pide las cosas y capacita para ello.

Para finalizar déjame traer estos versículos:

“Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre llamado Mateo sentado en su cabina de cobrador de impuestos. «Sígueme y sé mi discípulo», le dijo Jesús. Entonces Mateo se levantó y lo siguió.”
Mateo 9:9 NTV

Marcos escribió un evangelio audaz, intrépido, sagaz. Juan en su evangelio es más cercano, humano, sensible. Lucas describió los hechos ocurridos desde la perspectiva investigativa y con la óptica de aquel quien  era un gentil escribiendo las nuevas cartas para el pueblo de Dios, mientras que en el  caso de Mateo, aquel hombre de oficina, de números, ordenado y selecto, se le dio la oportunidad de escribir un evangelio “exquisito” haciéndolo de la manera que él siempre lo hizo y de acuerdo a la capacitación tanto espiritual como académica adquirido.

¿Vives tú de acuerdo al plan divino?
¿Estás actuando conforme a los propósitos de Dios?
¿Estás honrando a Dios con todos tus dones y capacidades? 

En esta enseñanza, hablaré sobre la capacidad que tienes fue puesta con claro propósito en ti. Sí te gusto este escrito y quieres leerlo completo, entra en la web y lee otros estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:


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Dios traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti.    








         

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