6 de mayo de 2019

¡LA IGLESIA, MI FAMILIA!






¡LA IGLESIA, MI FAMILIA!






En varias ocasiones he podido narrar, como lamentablemente mi vida la basé en falsas creencias, quizás afirmadas por estar convencido de que las proyecciones de las películas, la televisión y las canciones eran ciertas y que así debía de ser mi vida.

Cuando era niño, pasaban una serie muy buena, “La familia Ingalls” o “La casa de la pradera” en ella se representaba la familia idílica menonita donde se vivía en plena armonía y donde los problemas se superaban por la intervención divina después de la oración de toda la familia, y yo me convencí que la vida debía de estar regida por tipos de ideales como estos, pero al crecer y ver la realidad de mi propia casa, descubrí que todo ello resultó falso y que solo era una manera de intentar mostrar algo que no ocurre así, pues mis hermanos, mis primos, mis papás no eran los personajes ficticios que representaban aquellos artistas que yo esperaba encontrar.

Cuando comencé a congregarme conscientemente comprobé que tenía una nueva familia, la iglesia paso a ser mi familia, (esto no significa para nada que mis papás a los cuales amo y honro ya no son mi familia, pero cuando tú corazón comienza a latir de manera diferente y no podemos seguir el mismo ritmo, todos los días oro y clamo por cada uno de mis familiares pero sus intereses religiosos o mis creencias chocan y antes de hacer un conflicto por esto, prefiero seguir luchando por ellos desde la soledad de mis oraciones) pero igual que sucede en las familias normales, tenemos diferentes caracteres entre los mismos hermanos, por ejemplo recuerdo mucho a mi hermanito  “el gitano” hasta que un día por un comentario sobre su etnia se disgustó tanto conmigo que me reto a salir a pegarnos a la calle fuera de la Iglesia, pero mi hermanita “la búlgara” es tan mimada, debía y tengo que ir con mil pasos de algodón delante de ella, con lo que hablo o digo, para luego darle explicaciones…jajaja; pero que puedo decir de aquellos que llamo “mis papitos argentinos” que por un mal comentario tuvimos un consejo con los pastores y esto fue un escándalo personal no minúsculo (menudo Tsunami).

Pero todas estas experiencias quizás hasta desagradables me fortalecieron para tener una excelente relación con cada uno de ellos, y a pesar de los años y de la distancia, cada vez que nos encontramos es hacer una fiesta y con amor fraternal fundirnos en un fuerte abrazo, por todos aquellos que nos dejamos de dar.

“Por eso, ante Dios ustedes ya no son extranjeros. Al contrario, ahora forman parte de su pueblo y tienen todos los derechos; ahora son de la familia de Dios.”
Efesios 2:19 TLA

Dios tiene todo bajo control, esta es una frase de la cual suelo recurrir mucho, pues él sabe todo el tiempo que hemos estado sin Su presencia, ausentes de la relación que deberíamos de estar viviendo con él, por eso cuando Jesucristo decidió morir en la Cruz del calvario, nos hizo personas adoptadas  coherederos suyos, es decir que todo los derechos y deberes propios de su realeza, nos los otorgó, por eso nos dio familia para que aprendamos a compartir estas bendiciones como su pueblo, pero dentro de esta familia que nos otorgó tendremos los tíos los locos y los raritos, los primos distantes y los que no salen de nuestra casa, los hermanos que se unen solo para comer pero ni por asombro les vemos en los momentos de dificultad, tenemos al primo filósofo que todo lo analiza y lo pasa por la lógica, el científico que todos los milagros hay que comprobarlos para afirmarlos, el literato y el músico… En fin ¡En esta casa, caben todos! Pero hay una particularidad exclusiva dentro de  todos aquellos que nos consideramos la familia de Dios, estén en la China o en California, desde Islandia hasta los que habitan en el Polo Sur, todos estamos unidos por la sangre de Cristo, tenemos una consanguínea línea eterna y poderosa que nos hace sentir con la propiedad de decir “Hermanito”, pues por Su sangre fuimos comprados y esta misma sangre nos selló como familia. El problema surge  dentro de la familia de  Dios cuando nos encontramos algunos hermanos con el síndrome de “Huérfano o de hermano mayor”:

“Entonces el hermano mayor se enojó mucho y no quiso entrar. Su padre tuvo que salir a rogarle que entrara. Pero él, muy enojado, le dijo: “He trabajado para ti desde hace muchos años, y nunca te he desobedecido; pero a mí jamás me has dado siquiera un cabrito para que haga una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que vuelve ese hijo tuyo, después de malgastar todo tu dinero con prostitutas, matas para él el ternero más gordo!” El padre le contestó: “¡Pero hijo! Tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo.”
Lucas 15:28-31 TLA

Jesucristo es muy claro al dar este símil o parábola de la vida en familia, ¿A caso el hermano mayor tomo una parte suya? ¿Alguien le obligo a no hacer una fiesta con sus amigos?
Por eso, para disfrutar de la plena bendición  debes de tomar una decisión, es más, si deseas  disfrutar de la bendición igualmente tienes que tomar una decisión y por último pero no por ello menos importante para que tú peques también debes de tomar una decisión…Entonces ¡Toma hoy mismo la decisión de disfrutar la plena bendición de lo que significa la iglesia, tu familia!.

Yo he decidido y disfruto de la plena bendición pues oro, clamo, trabajo, y sirvo en la iglesia, mi familia; me duele cuando está sufriendo, me gozo cuando ella esta de fiesta, y cuando los hombres le hacen morder el polvo, por así decirlo, lloro por ella.
Mientras muchos asistentes son cristianos, algunos son hermanos, porque no han entendido que somos el cuerpo de Cristo, el templo de Dios.

“ni todos los descendientes de Abraham son verdaderos hijos de Abraham. Pues Dios le había dicho: «Tu descendencia vendrá por medio de Isaac.»”
Romanos 9:7 TLA

Sí, no todos los hebreos son hijos de Abraham, por no querer considerar para ellos esta promesa ¿Qué podemos esperar de todos aquellos que simplemente asisten a una congregación? Consideremos simplemente el caso de Jacob y Esaú, para ambos era la promesa, pero ¿Realmente Esaú la vivió?¿Por qué solo la promesa fue para Jacob y siendo tajante, para José? ¿A caso Esaú y los once hijos de Jacob no tenían la misma promesa?

Tienes que tomar la decisión de vivir la iglesia, como tú familia, pues Dios en su completa sabiduría y soberanía, te puso en medio de ella. 

En esta enseñanza, deseo enseñar acerca de la Iglesia compuesta con gente real, pero soy yo quién decido vivir  la familia de Dios. Sí te gusto este escrito y quieres leerlo completo, entra en la web y lee otros estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:


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Dios te bendiga y traiga revelación a tu vida de la Mentalidad de Cristo que ya está en ti

                                                             







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