23 de agosto de 2019

PERMITE QUE DIOS, SEA DIOS.

Mis deseos, no son exactamente Su voluntad.







Hace pocos días, compartiendo un desayuno con un buen amigo, hablamos acerca de que en ocasiones los predicadores parecemos discos rayados con un mismo tema.  Y a la verdad, es que tiene razón. En el caso mio, procuro siempre enseñar acerca de la gracia divina y la necesidad de cambio de mentalidad natural para manifestar la Mente de Cristo. Otro tema que me gusta mucho enseñar es acerca de la manifestación del Espíritu Santo en mí, por eso encontraras muchos estudios que se narran a partir de un hecho ocurrido en mi vida. El otro tema del cual suelo hablar mucho  es, la necesidad de entrar en el reposo de Dios como consecuencia de vivir con la Mente de Cristo. Por lo tanto, siguiendo la línea, otro tema será, aprender a permitir que Dios, sea Dios.

Dentro de nuestra humanidad, llegamos a considerar la posibilidad de poder ayudar a Dios, es más, en Colombia utilizamos mucho el refrán: “Ayúdame que yo te ayudaré”, alegando esté con la intención de aplicarlo delante de Dios.  Pero nada más falso y erróneo, pues aquellos que consideramos que estamos entrando a conocer el corazón de Dios, sabemos que nada nace en nosotros, nada sabemos dar, por lo tanto nuestra dependencia es absoluta delante del Rey Celestial, nuestro Dios.

“Estad quietos, y sabed que yo soy Dios; exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.”
Salmo 46:10 LBLA


Hay tantas cosas que me sorprenden de la palabra de Dios, entre ellas, poder pensar en quién fue el Profeta David, todo lo que hizo y logró, todos sus hechos y hazañas, tanto que se hablan no solo a nivel cristiano, sino que todos tienen que hablar de él, por ejemplo al traerlo como referencia con “una lucha entre David y Goliat”. Todos conocemos que David, pecó. Más la gracia de Dios, lo sostuvo ya que se arrepintió de genuino corazón. Pero, a pesar de todo lo que hizo y logró, siempre David le reconoció la gloria a Dios y  determinadamente él otorgó el control a Dios.

Muy posiblemente, David al escribir este Salmos, estaría en medio de las batallas en contra de los Filisteos. En el Salmos anteriores, él clama e intercede por la nación. Y en e posterior, declara que Dios es el Rey de la tierra. Un hombre tan humilde y sencillo como David, quien fue el rey más significativo que tuvo Israel, reconoce que debemos permitir a Dios, ser Dios, es decir, debemos dejar a Dios trabajar como Dios.

El problema mio, es que siempre quiero tener todo bajo control. Si este es mi pensamiento, sé por lo tanto que también es el tuyo. Es tanto el control que queremos tener que hasta nos hemos inventado estructuras religiosas tan rígidas y tenemos costumbres eclesiásticas maquiavélicas, tanto como los Fariseos y Escribas de la época de Jesucristo. Permitan que diga esta barbaridad, sí hoy, Jesucristo se manifestará, sería igualmente crucificado por un sin número de religiosos y legalistas que se agolpan en Su iglesia. En las reuniones de culto general, el día que sea, Sábado, Domingo, etc… No permitimos que Dios, ni su gloria se manifieste, porque tenemos que seguir un horario o un programa demarcado. 

En algunas ocasiones, he podido estar en congregaciones donde la presencia de Dios, se ha desaparecido, todo porque cortaron una canción de adoración. En muchas predicaciones, en las cuales estoy como espectador, he sentido el “constrictor del Espíritu Santo, manifestarse”,  desde luego que él, no lo pudo hacer, pues aquel quién llevó la palabra de vida, no tuvo la oportunidad de ministrar dentro de la congregación.

Entonces, ¿Qué sucedería si decidimos esperar en Dios?
¿Qué tal si permitimos que Dios continué con lo que él empezó?
¿Cómo sería nuestras vidas, sí aprendiéramos a descansar en su gloria?          

El pueblo de Israel, a pesar de vivir todos los hechos y prodigios del Éxodo, viendo todos los milagros, maravillas y prodigios ocurridos tanto  en Egipto como en el desierto, nunca aprendieron,  por lo mismo no   entraron  en el reposo del Señor:


“Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, Y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo.”
Hebreos 3:7-11 RVR1960


Hay mensajes, que en ocasiones no me gusta dar, pero no por ello voy a callar, pero realizar  el trabajo de Dios,  (si es que se  puede) literalmente es robarle la gloria a Dios, y…¿Realmente esto es lo qué quieres hacer?

Más bien, hagamos caso a lo que posiblemente nos enseñó el Apóstol Pablo en la carta a los Hebreos:


“Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.”
Hebreos 4:9-11 RVR1960


¡No actuemos más en desobediencia, dejemos trabajar a Dios!
¡Permitamos que Dios se mueva, como y cuando él quiera!
¡Aprendamos a confiar en él, pues él tiene el verdadero control de todo!

Comparte este post, permite que otros se beneficien de la bendición de leerlo, quizás están buscando el Camino y esta sea la forma de encontrarlo a él. Pues #hechos29laobrainconclusa es una realidad.



En esta enseñanza,  hablaré acerca  de mi identidad como hijo de Dios. Sí quieres otros artículos completos, entra en la web y lee los estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:



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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti

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