9 de junio de 2019

SABER ESCUCHAR, UN SECRETO SACERDOTAL








SABER ESCUCHAR, UN SECRETO SACERDOTAL


Dos orejas  y una boca, no son casualidad.





El secreto de los grandes terapeutas simplemente es saber escuchar. Quizás era Marzo del 2006 después de haber pasado por un infarto al Miocardio que me mantuvo varias semanas hospitalizado, una de ellas en la UCI; al salir de la hospitalización vino la etapa de aceptación, cambios y medicación, pero yo tenía que enfrentarme con 29 años de edad, una familia de 4 miembros que dependían de mí,  yo estaba como un anciano, sin poder hacer nada de esfuerzos y consumiendo 12 pastillas aproximadamente, hecho que hacia 3 veces al día. Evidentemente la que más duro me costó de tomar fue la prescripción para la hipertensión, pues causó en mí una depresión terrible, tal que el médico me mando a la consulta de un Siquiatra. Imagina por un momento que estoy confrontado por mi creencia en Dios, con un infarto y una miocarditis  por un inadecuado diagnóstico, viendo como tambalea la seguridad familiar en casa, con el estado de salud de un abuelito y tomando pastillas tal como este viejo que acabo de comentar, sentado en la camilla de un desconocido para intentar hablar con él, para tranquilizarme y diagnosticar alguna enfermedad mental derivada… Por favor, en vez de mejorar causó mucha más angustia en mí, pero de aquellos 45 minutos tengo para recordar exactamente las palabras de esta persona: “Hola, pase y siéntese cómodamente y cuénteme” ¡Ahhh!, los primeros minutos fueron totalmente incómodos, pero después estuve divagando sin llegar a ninguna solución, pero esta persona estuvo allí para simplemente escucharme hablar.

El ser humano tiene la necesidad de hablar y de escuchar,  definitivamente quién más lo hace siempre será la mujer. Pero saber y aprender escuchar es todo un ministerio. 

Jesucristo  dijo:

“El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda».  A los que escuchan mis enseñanzas se les dará más comprensión, y tendrán conocimiento en abundancia; pero a los que no escuchan se les quitará aun lo poco que entiendan. Por eso uso estas parábolas: Pues ellos miran, pero en realidad no ven. Oyen, pero en realidad no escuchan ni entienden. De esa forma, se cumple la profecía de Isaías que dice: “Cuando ustedes oigan lo que digo, no entenderán. Cuando vean lo que hago, no comprenderán. Pues el corazón de este pueblo está endurecido, y sus oídos no pueden oír, y han cerrado los ojos, así que sus ojos no pueden ver, y sus oídos no pueden oír, y su corazón no puede entender, y no pueden volver a mí para que yo los sane”
Mateo 13:9, 12-15 NTV

Por eso el buen sacerdote aprende y sabe escuchar. Los hombres y las mujeres  debemos de escuchar con atención y de esta manera poder dar solución y ayuda a todos los hechos acontecidos en el entorno familiar, en el ámbito del ministerio y sobre todo poder escuchar a la sociedad y así hacer nuestra la parte que nos corresponde como hijos de  Dios que estamos aquí para anunciar las virtudes de aquel quién nos llamó a Su Luz admirable.

Como hombres debemos de aprender a entender la manera de hablar de nuestras esposas, tal como Cristo sabe escuchar a la Iglesia. Esto es tan primordial que cuando he tenido que ministrar parejas a punto de separación, al cuestionarlo, él responde inmediatamente: “Todo esta bien”, pero al preguntarle a ella, escucho respuestas como “Él nunca me escucha, él nunca me atiende, él no sabe realmente cuales son mis necesidades”. Pero siendo sincero, el ser consejero ya sea matrimonial o personal, básicamente es saber escuchar, tanto las conversaciones directas y lo que nos están hablando entre líneas, tal como Dios lo hace con nosotros al afirmar:

“Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios. Porque entre los hombres, ¿quién conoce los pensamientos de un hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Asimismo, nadie conoce los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios.”
1 Corintios 2:10-11 NBL

Por eso aquel buen sacerdote sabe escuchar el tiempo necesario para poder entender la necesidad y poderla cubrir, tal como Dios hace con cada uno de nosotros.

Tal como he dicho en otro momento, las mujeres y los hombres somos sacerdotes, pero ambos tenemos roles protagónicos muy diferentes dentro de este sacerdocio, para hacerlos una pequeña idea acerca de la necesidad hablar y escuchar, daré este ejemplo que me abrió el entendimiento y me ayudó a comprender a Ani: “Encima de la mesa tenemos una revista, cuando yo la tomo leo los titulares y solo estudiaré aquellos que me interesen, sin embargo esta misma la tomará ella, leerá todos los titulares, todos los estudiará, hasta analizará los anuncios publicitarios dados dentro de esta”.

Por favor, recordemos las conversaciones internas que solemos tener y las respuestas simples que solemos darles a nuestras parejas, pero ellas nos tienen que contar todo, con pelos y detalles, desde la arruga hasta la última cana que ha podido ver en este día, pero así somos, tanto los hombres como las mujeres y definitivamente al comprender nuestra naturaleza podremos hacer más por el otro y así vivir el Paraíso que Dios desea para nosotros cumpliendo cada cual su rol sacerdotal correspondiente.

El problema pasa por entender que como hombre omitimos el detalle y por naturaleza las mujeres son detallistas, por eso este es un pecado sacerdotal y matrimonial, por eso lo hacemos mal, porque no hacemos las cosas bien. La frustración de la mujer al desear la separación esta causada por lo que ellos no hacen. En este caso es escucharlas con detalle para poder satisfacer todos, todos sus deseos (la réplica fue provocada) y necesidades. Considera ¿Por qué esta muerta tu relación matrimonial o sacerdotal? ¿Por qué has fracasado como pastor o consejero? ¿Estás dispuesto a escuchar de la misma manera que tú deseas ser atendido?

Cuando tú decides cambiar la transformación es algo totalmente sorprendente. Recuerda que como líder, sacerdote, ministro y consejero en la familia, sociedad e iglesia tenemos que tener el  correspondiente hacía los demás donde lugar que se merecen, pues este es el diseño original de Dios.

¿Estás atendiendo adecuadamente a tu pareja?
¿Estás caminado por las sendas que te llevarán al éxito sacerdotal?
¿Estás poniendo a Dios por delante para superar tus dificultades y solucionar las necesidades de tu pareja?

En esta enseñanza hablaré de la hombría como un estado sacerdotal en desuso que tenemos que recuperar tanto los hombres como las mujeres escuchando de tal manera que Dios lo hace. Sí te gusto este escrito y quieres leerlo completo, entra en la web y lee otros estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:


SABER ESCUCHAR,  UN SECRETO  SACERDOTAL 





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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti.

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