19 de septiembre de 2020

DEVOCIONAL CRISTIANO- LOS DESPRECIADOS

 

DEVOCIONAL CRISTIANO

LOS DESPRECIADOS

 

 

 

 

 

Ella no ha dejado de hacerlo.

 

 

 


 

 

                                       LOS ojos de los seres humanos están llenos de envidia y creyendo traer justicia, en realidad traemos desesperanza y zozobra. Esto no es nuevo, desde el mismo Génesis y con la historia de Caín y Abel, tuvimos la antesala de las desgracias por este estilo a la humanidad. Si leemos los antiguos escritos orientales que datan sobre el 6000 AC, encontraremos las mismas historias, pero si leyéramos las historias con las que se forjaron los grandes imperios, desde luego que, el patrón se repite una y otra vez.

 

“Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora

Lucas 7. 36-39 RV60

 


Una buena acción ha sido envidiada y mal juzgada, esta desdichada mujer, estaba buscando su futuro, esperando que aquel Mesías le proporcionara todo aquello que ella estaba necesitando. Los despreciados por la sociedad, sin importar del entorno que estemos hablando, eclesial, laboral o sociocultural, siempre están deseando encontrarse con Dios para rendir su vida por completo a él, dando cumplimiento a las promesas divinas.

 

“Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama”

Lucas 7. 44-47 RV60

 


No tengo un testimonio tremendo de una vida anterior de drogas y alcohol, pero todo lo que Jesucristo hizo en mí, es suficiente para entregarle mi vida entera, limpiar sus pies con mis lagrimas en adoración y con canticos de alabanza, secarlo. Pero, por más mínimo que sea nuestro milagro de salvación, siempre será extraordinario, tanto como para considerar que solo debemos vivir por la extensión del reino de Cristo, predicando a tiempo y fuera de tiempo, porque todos somos unos despreciados al final por un sistema (espiritual) que solo busca vernos arder en los infiernos.

 

LOS DESPRECIADOS

 

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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti.

 

 

 


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