4 de enero de 2020

¡A PESAR DE TODO!

UN ENCUENTRO CON MÍ PROPÓSITO:


¡A PESAR DE TODO!





No soy yo, es Dios actuando en mí.









Es sorprendente ver cuán religiosos y prejuiciosos somos. Para que una persona nos enseñe acerca de Dios o  nos predique, le exigimos en ocasiones una nacionalidad, una carrera universitaria,  una carrera dentro de la misma iglesia que respalde sus palabras. Ponemos los listones tan altos, que esas exigencias pueden llegar a frustrar a quienes pretendemos mostrar las maravillas que Dios ha hecho en nosotros y a través de nuestros testimonios acercar la verdad de Dios a los demás. En esta dicotomía, encontraremos a quienes abandonan su propósito divino y se dedican a otros menesteres, mientras otros seguirán luchando por lo que creyeron escuchar por parte de Dios acerca de su propósito divino.

“El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré. »Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!»”
Génesis 12:1-3 NVI






Sí el Patriarca de la fe Abraham, tuviera que dar una predicación o enseñanza en la iglesia, pongo en duda que muchos le prestaran sus púlpitos, matizo mis palabras: un iraquí, casado con su hermana, multimillonario ganadero, negociador con los países más hostiles a nuestras creencias como Egipto y Asiria. A demás no tenía residencia fija, con lo cual podríamos decir que no tenía arraigo alguno…En fin, este es el CV de Abraham. Pero, ¿quién llegó a ser Abraham realmente, a pesar de todo y de este perfil poco cristiano para nuestra mentalidad religiosa y llena de  prejuicios?


“Por lo tanto, sepan que los descendientes de Abraham son aquellos que viven por la fe. Así que los que viven por la fe son bendecidos junto con Abraham, el hombre de fe.”
Gálatas 3:7, 9 NVI





Abraham es nuestro padre en la fe. Si hoy conocemos a Jesucristo como Salvador y Redentor, es porque Abraham nos predicó de él. Por lo tanto, no permitamos que los comentarios de los hombres, detengan la predicación del reino de los cielos, a través de nuestras bocas. Si ya encontraste y vives por tu propósito celestial, no permitas que nada te detenga, si Dios te llamó, él mismo té respaldará y te dará fortaleza para que superes todos los obstáculos.

¡A PESAR DE TODO! 

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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti.


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