AYUDA MI INCREDULIDAD
¿Podemos atrapar la fuerza del Sol en nuestras
manos? No, pero no podemos negar que el Espíritu Santo vive en nosotros.
VER un espectáculo como lo es la liberación de un
ser humano, es un acto de mucho sufrimiento (de parte nuestra) y en muchos
casos muy desagradable (por parte del adversario). Sufrimos por ver una vida
atormentada, indefensa y manipulada mentalmente por el reino de las tinieblas. Desagradable
porque como último acto de mal perdedor, el adversario, provoca espasmos, vómitos,
sudoraciones y salivaciones excesivas, pérdida de control de los esfínteres corporales,
etc. todo esto lo hace como un acto más de degradar al ser humano. Por ello, es
recomendable practicar la sanidad interior de manera privada, con esto se
busca, proteger la dignidad de un hijo de Dios y salvaguardar su vida.
“E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi
incredulidad.”
Marcos 9. 24 RV60
Cuando ocurre una sanidad interior o del alma en
medio de la congregación, las personas que no tienen la madurez espiritual para
vivirlo se llenarán de temor y su incredulidad se aumentará. Solo aquellos que
estamos dispuestos a pagar el precio de amar a las personas sometidas por el
adversario y ayudarles a ser libres, pedimos a Dios que nos ayude en nuestra
incredulidad y miedo, porque el amor de Dios echa fuera todo temor y en Cristo
Jesús, somos más que vencedores.
“Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba,
reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando,
sal de él, y no entres más en él.”
Marcos 9. 25 RV60
Jesucristo, viendo que aquello sería un espectáculo
y que el adversario se llevaría la gloria dentro de la misma euforia que le da
cuando no tiene autoridad sobre una vida, actuó con diligencia expulsando al
demonio que actuaba en este niño, dando además la orden de jamás atormentarlo.
Durante esta semana hemos visto lo real que es la
guerra espiritual en la que estamos sumidos contra el adversario y el reino de
las tinieblas. Esto no es un cuento de hadas, mucho menos es el capricho enajenado
de nuestras mentes, es real, nos afecta a todos por igual. No importa cuantos años
tengamos de cristianos o el título que sustentemos dentro de una congregación,
el adversario ataca nuestras vidas, porque su propósito es matar, robar y
destruir. Afiancemos nuestra fe en el Hijo de Dios porque en Jesucristo tenemos
vida y en abundancia. El Santo Espíritu nos da vida, por eso él es el Espíritu de
la Vida, J. Moltmann.
Dios te bendiga.
AYUDA MI INCREDULIDAD
Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti.
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