APRENDIENDO DE LA EXPERIENCIA
Confiar en Dios pasa por poner en práctica lo
aprendido.
ESTA es la segunda entrega de “La Ansiedad y el
Antiguo Testamento de José Nuñez Diéguez, pastor, escritor argentino y puedes contactar con el a través
de audioscristianos1960@gmail.com o en Twitter @Joeoikos. También puedes escucharle en:
https://www.breaker.audio/audios-cristianossencillos/e/88579988.
“Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?”
Rut 1. 20 RV60
La relevancia
del Antiguo Testamento para abordar la ansiedad comienza con su composición. Es
el producto de decenas de autores durante todo un milenio. Así que cataloga una
abrumadora cantidad de eventos traumáticos, desde el asesinato de Abel y la
opresión de Israel en Egipto hasta la violación de Tamar y el exilio a
Babilonia, por nombrar solo algunos. Esto es diferente del Nuevo Testamento,
que está tan enfocado y se terminó tan rápidamente que no se registran eventos
similares del primer siglo, la destrucción del templo o la erupción que arrasó
Pompeya y pudo haber matado a docenas de cristianos primitivos.
Imagina que
estás parado cerca del sitio donde cayeron las Torres de Nueva York el 11 de
septiembre de 2001. ¿Qué pensamientos y sentimientos experimentarías? Casi
todos los estadounidenses que estaban vivos durante aquellos ataques recuerdan
dónde estaban ese fatídico día y cómo se sintió ver las noticias que mostraban
repetidamente el colapso de los edificios. En mi país ese día era el día del maestro,
mis hijas en casa mirando por televisión los dos impactos como si fuera una
película. Las experiencias que sustentan los textos del Antiguo Testamento no
son muy diferentes. Al menos un evento perturbador para la sociedad en general,
desde un desastre natural o una invasión militar hasta el exilio nacional o el
escándalo político, se esconde detrás de casi todos los escritos del Antiguo
Testamento. Alguna vez dije que el autor de la tira cómica Mafalda, dijo
repetidas veces que se inspiró en historias del Antiguo Testamento para dibujar
y poner voz a Mafalda. Él decía que todo estaba ahí.
No es de
extrañar, entonces, que el Antiguo Testamento esté más saturado con las famosas
declaraciones de la Biblia de "no temas" que el Nuevo Testamento.
Estos documentos destilan la sabiduría de los siglos, llevándonos al consejo de
los mayores y los sabios más sabios para aprender lo que significa confiar en
Dios.
Una de las formas en que el Antiguo Testamento brinda consuelo a los
ansiosos es por su dependencia de dos géneros literarios agradables. La primera
es la narrativa histórica, que se encuentra en libros como Génesis o Josué. A
diferencia de algunos perfiles de redes sociales que están cuidadosamente
diseñados para presentar solo el lado amable, más emocionante y exitoso de una
persona, estas narraciones revelan una imagen más completa. A los personajes se
les presentan tanto logros como debilidades. Está Moisés, el orador asustado
(Éxodo 4:10); Acaz, el monarca desesperado (2 Reyes 16: 7); y Noemí, la suegra
amargada (Rut 1: 20-21). Estos personajes eliminan el estigma de la ansiedad y
nos recuerdan que Dios obra a través de personas quebrantadas.
“Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí, yo
pienso contra esta familia un mal del cual no sacaréis vuestros cuellos, ni
andaréis erguidos; porque el tiempo será malo. En aquel tiempo
levantarán sobre vosotros refrán, y se hará endecha de lamentación, diciendo:
Del todo fuimos destruidos; él ha cambiado la porción de mi pueblo. ¡Cómo nos
quitó nuestros campos! Los dio y los repartió a otros. Por tanto, no habrá quien a suerte reparta
heredades en la congregación de Jehová.”
Miqueas 2. 3-5 RV60
Los Salmos complementan las narraciones ofreciendo
instantáneas de individuos que responden a la ansiedad. En lugar de un resumen
ordenado empaquetado para compartir en retrospectiva, la pregunta penetrante de
David, “¿Hasta cuándo, Señor?” (Sal.
13:1), nos invita a contemplar su sufrimiento activo y nos da permiso para
suplicarle a Dios que también ponga fin a nuestro sufrimiento. Asaf expresa lo
inexpresable cuando dice que Dios le ha dado solo “el pan de las lágrimas” (Sal. 80:5). Lo más importante es que este
grupo de voces humanas ofrece soluciones teológicas: “El Señor está conmigo; No tendré miedo. ¿Qué pueden hacerme los
simples mortales?” (Sal. 118:6). El consuelo de los Salmos se siente
especialmente al recordar que son canciones destinadas a ser cantadas y son la
Palabra inspirada de Dios. Esto significa, como señaló Juan Calvino, que cuando
cantamos los Salmos durante las pruebas, es como si el Espíritu de Dios cantara
a través de nosotros.
Por supuesto, los textos del Antiguo Testamento no
siempre parecen un buen recurso para combatir la ansiedad. Hay momentos que se
sienten como un puñetazo literario, incluida la promesa de juicio de Miqueas
sobre el pueblo de Israel (Miqueas 2: 3-5), e historias de pruebas severas,
como el casi sacrificio de Isaac por parte de Abraham (Génesis 22: 1–18). Lejos
de consolarnos, estos textos solo aumentan nuestra ansiedad. Pero si los leemos
con atención, encontramos que cada historia es redentora porque la ansiedad es
momentánea y tiene la intención de acercarnos más a Dios en la fe y la
esperanza. Nunca es la intención de un autor bíblico burlarse constantemente de
los temores de un creyente o apartar su fe en un buen Dios.
Dios te bendiga.
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